miércoles, 4 de agosto de 2010

Cómo los Estados Unidos y Marruecos Se Apoderaron del Sáhara Español

Análisis de Jacob Mundy, co-autor de de "Western Sahara: War, Nationalism and Conflict Irresolution"
Miércoles, 4 de agosto

En octubre de 1975 el Tribunal Internacional de Justicia [TIJ] declaró -en un dictamen solicitado por Marruecos- que "los materiales y la información que le han sido presentados no establecen ningún vínculo de soberanía territorial entre el territorio del Sáhara Occidental y el Reino de Marruecos o la Entidad Mauritana." Horas más tarde, el rey Hassan II afirmó lo contrario. La Haya, dijo a sus súbditos, había apoyado su irredentismo: 350.000 civiles marroquíes marcharían sobre el Sáhara Español como muyahidines para "recuperarlo" para la madre patria.
A ello siguió una frenética actividad diplomática.

En España, el Gabinete estaba totalmente desorientado en el preciso momento en que Franco se derrumbaba en un coma mortal. Se produjo entonces una lucha en el seno del poder entre quienes simpatizaban con la independencia (los administradores coloniales y algunos funcionarios del Ministerio de Asuntos Exteriores) y aquellos otros a quienes preocupaban las relaciones con Marruecos (los ultraconservadores del Movimiento Nacional). Así, mientras unos presionaban a las Naciones Unidas para detener la Marcha Verde de Hassan II, los otros iniciaron un diálogo bilateral en sentido contrario para conseguir un acuerdo con Rabat que permitiera a ambas partes salvar la cara. Pero todo el entorno del Gabinete español, huérfano de liderazgo, temía sobre todo que estallara una sucia guerra colonial con Marruecos.

Tras el anuncio de la marcha por Hassan II, el Consejo de Seguridad ordenó al Secretario General, Kurt Waldheim, consultar con las partes. El mayor obstáculo era el derecho de los saharauis a la autodeterminación. Desde mediados de la década de 1960 las Naciones Unidas habían pedido la descolonización del Sáhara Occidental mediante una votación popular, y posteriormente subrayaron el derecho del territorio a la independencia. En 1974, España prometió que no tardaría en realizar un plebiscito, lo cual provocó el que Hassan II apelara a La Haya.

En el momento de la crisis, la mayor parte de los miembros del Gobierno español se resistían a abandonar el Sáhara sin que previamente se hubiera organizado un referéndum o traspasado la responsabilidad a la ONU. Marruecos, por su parte, sabía que las posibilidades de ganar ese referéndum eran casi nulas. La mayoría de los observadores, incluidas las Naciones Unidas y la CIA, ya habían confirmado que el territorio estaba claramente a favor de la independencia. Por eso, la estrategia de Hassan II fue intervenir antes de que tal votación pudiera tener lugar.
El 6 de noviembre, la marcha arrancó sin problema alguno, aunque ese mismo día una resolución del Consejo de Seguridad "deplora" la misma.

Como señalaba recientemente la revista marroquí Tel Quel, sólo un pequeño número de los muyahidines de Hassan II penetró en el territorio -y luego regresó rápidamente, amenazando apenas la "línea de disuasión" española, situada a 10 kilómetros de la frontera. Sin embargo, lo que la mayor parte del mundo desconoce es que, ya el 31 de octubre, las fuerzas armadas marroquíes habían entrado al asalto por el extremo noreste del territorio, con el objetivo de impedir cualquier posible intervención argelina contra la invasión. Allí, las tropas de Hassan II se enfrentaron a la resistencia esporádica del Polisario, un movimiento de liberación creado dos años antes.

Hassan II ganó la partida del guión previamente escrito con Madrid. El 9 de noviembre ordenó la retirada del los manifestantes alegando que las cosas habían salido mejor de lo esperado. De hecho, el 14 de noviembre, los representantes de Marruecos, Mauritania y España anunciaron que habían llegado a un acuerdo por el que se establecería una Administración tripartita hasta la salida oficial de España a principios de 1976. La autodeterminación, según ellos, se llevaría a cabo a través de una simple consulta con la Yemaa, el órgano de representación colonial constituido por los jefes de tribu saharauis. Pero antes de que eso llegara a suceder, la Yemaa se autodisolvió, declarando al Polisario el verdadero representante del pueblo del Sáhara Occidental.

Casi la mitad de la población autóctona se unió a la bandera del Polisario en el exilio en Argelia, donde permanece hasta hoy en cuatro campamentos de refugiados cerca de Tinduf. La autodeterminación, negada en 1975, sigue todavía pendiente, a pesar de que Naciones Unidas declaró en 1991 que podría organizar el referéndum en sólo unos meses.

Guerra y Paz

Tanto el rey Hassan II como el presidente de Mauritania, Ould Daddah, habían subestimado en gran medida la capacidad del Polisario de librar una guerra de guerrillas, así como también la cólera del presidente argelino, Houari Boumedienne. Lo que más habían molestado a Boumedienne eran, fundamentalmente, dos características del abandono del Sáhara por España: el mapa del norte de África había sido rediseñado sin el consentimiento de Argelia y las potencias occidentales habían maniobrado durante la crisis para marginar los intereses de Argelia.

Boumedienne, paladín de los movimientos de liberación nacional, no podía dejar pasar sin más esta afrenta. El régimen de Ould Daddah pronto sucumbió ante la guerrilla saharaui, y Marruecos había sido casi totalmente expulsado del Sáhara cuatro años después de haberlo recibido de España.

La ayuda de Arabia Saudita, Francia y EE.UU. invirtió esta tendencia a favor del rey Hassan II, permitiendo al monarca recuperar gran parte del territorio. Marruecos ha recibido más ayuda económica y militar de los EE.UU. que cualquier otro país africano, excluyendo a Egipto,. En 1988, cuando las Naciones Unidas se implicaron de nuevo en el conflicto, Marruecos estaba en una posición mucho mejor para aceptar o rechazar una negociación. Aunque en 1991 se proclamó el alto el fuego, el control del territorio por el Ejército marroquí hoy es prácticamente el mismo, si es que no mucho mayor.

Marruecos no sólo obtiene ilegalmente miles de millones de dólares cada año de la actividad pesquera en las ricas aguas de la costa saharaui, sino que además los principales generales de las Fuerzas Armadas marroquíes detentan ahora el control de esas industrias clave. La confluencia de intereses económicos y militares en el Sáhara es una de las principales razones de la actitud de rechazo de Marruecos a un referéndum. Aunque las Naciones Unidas adeudan al Sáhara Occidental un referéndum, ningún miembro del Consejo de Seguridad está dispuesto a obligar a Marruecos a que permita la celebración de ese plebiscito. Francia y EE.UU. se sienten más cómodos con un referéndum que ratificara un acuerdo de autonomía favorable a Marruecos.
Objeto de especulación

Se ha especulado mucho sobre el papel del Gobierno de los EE.UU. en la crisis de octubre-noviembre de 1975, pero se conocen muy pocos hechos. Con la escasa evidencia disponible, frecuentemente indirecta, diversos observadores han acusado a los EE.UU. de una toda una serie de reacciones que van desde la pasividad hasta la complicidad.

Las acusaciones de complicidad no estaban totalmente infundadas. Tres años después de la crisis, el Parlamento español llevó a cabo una investigación sobre el asunto. Allí, varios funcionarios alegaron que Francia y EE.UU. habían presionado a Madrid para satisfacer las demandas de Hassan II. Y el entonces director adjunto de la CIA, teniente general Vernon Walters, dejó entender que él había intervenido en nombre de los EE.UU. durante la crisis, afirmación ésta reiterada más tarde por otras fuentes en el New York Times en 1981. Dada la estrecha relación de Walters con Hassan II, que databa del desembarco aliado en Casablanca, el periodista Bob Woodward le describió una vez como el agente personal del monarca en el seno de la CIA.

Además de ello, contamos con las memorias de Daniel Patrick Moynihan, representante de EE.UU. ante la ONU durante la crisis de 1975. En un pasaje frecuentemente citado, Moynihan comparaba los antecedentes similares de Timor Oriental y el Sáhara Occidental: "China apoyó al Fretilin en Timor, y perdió. En el caso del Sáhara Español, Rusia respaldaba totalmente a Argelia, y a su frente, conocido como Frente Polisario, y perdió. En ambos casos, Estados Unidos deseaba que las cosas resultasen tal como sucedieron, y trabajó para conseguirlo. El Departamento de Estado deseaba que Naciones Unidas demostrara su absoluta ineficacia en cualesquiera medidas que adoptase. Esta tarea me fue encomendada a mí, y la llevé a cabo con no poco éxito."

El embajador de EE.UU. en Argelia durante la crisis, Richard Parker, escribió más tarde que es posible que Hassan creyera haber recibido "luz verde" de los EE.UU. para invadir el Sáhara Español, durante una reunión con Henry Kissinger en el verano de 1975, aunque puede que ésta no hubiera sido la intención del Secretario de Estado. Citando la "falta de apoyo de EE.UU. a las resoluciones de la ONU contra la Marcha Verde" como una especie de "prueba indirecta" que "da credibilidad a la afirmación" de que Washington apoyó a Hassan, Parker seguía pensando que los “documentos oficiales jamás revelarán toda la verdad." Y, no obstante, concluía: "Cualquier cosa era posible en aquella época."

La respuesta de EE.UU. a la crisis

Sin embargo, la primera señal que el Gobierno de EE.UU. recibió de que la situación en el Sáhara se estaba agravando no fue el anuncio [de la marcha verde] hecho el 16 de octubre por el rey Hassan II. Por el contrario, ya dos semanas antes, el director de la CIA, William E. Colby, había remitido un memorándum a Kissinger que afirmaba sin rodeos: "El Rey Hassan ha decidido invadir el Sáhara Español dentro de las próximas tres semanas".

Y añadía que Hassan II temía que el dictamen de La Haya pudiera no ser favorable a la reivindicación de Marruecos sobre el Sáhara Occidental, por lo que se estaba preparando una invasión militar. El monarca confiaba también en que los militares españoles no darían la batalla. Además, como el propio memorándum sugería, "Es posible que Hassan haya llegado a la conclusión de que una intervención armada provocaría una mediación internacional favorable". Y se explicaba cómo Hassan II podría haber llegado a esa peligrosa conclusión. Un posterior análisis de la CIA añadía: " Al parecer, el rey Hassan, se siente alentado por sus mandos militares."

Kissinger envió inmediatamente una carta a Hassan II pidiéndole moderación, pero no recibió respuesta hasta el 14 de octubre. En ella, Hassan aseguraba al Gobierno de EE.UU. que no atacaría a España, aunque no haría la misma promesa para cualquiera que se opusiera a sus ambiciones.

A la mañana siguiente de la publicación del dictamen del Tribunal Internacional de Justicia y el anuncio de la Marcha Verde, Kissinger informó, en el Despacho Oval, al presidente Ford y al Asesor de Seguridad Nacional, teniente general Brent Scowcroft:

Kissinger: Marruecos amenaza con emprender una marcha masiva sobre el Sáhara Español. El Tribunal Internacional de Justicia emitió un dictamen que dice que la soberanía se ha decidido entre Marruecos y Mauritania. Eso es básicamente lo que Hassan quería.

El Presidente: ¿Qué es probable que suceda?
Kissinger: España se inclina por la independencia. Eso es lo que Argelia desearía. Voy a hablar con el embajador de Marruecos hoy mismo.

Como se señaló anteriormente, el Tribunal había dicho todo lo contrario. Tal vez, la única otra persona en el mundo que compartía la lectura absolutamente partidista de Kissinger respecto del dictamen del TIJ era Hassan II.

Tras el anuncio de la Marcha Verde por Hassan II, España pidió al Consejo de Seguridad que frenara al rey. La respuesta, considerada floja por el Gobierno español, obligó a Madrid a mantener un diálogo bilateral con Marruecos. El Subsecretario de Estado, Alfred Atherton, que se había entrevistado con Hassan con motivo de un viaje programado anteriormente para discutir el conflicto árabe-israelí, informó el 22 de octubre que Marruecos y España habían llegado a un acuerdo para permitir la marcha al tiempo que salvaban mutuamente la cara. Después, utilizarían la ONU para legitimar la ocupación marroquí mediante un plebiscito controlado, permitiendo así que España se retirase con elegancia.

En busca de una fórmula

Incluso Kurt Waldheim estaba al corriente. Hablando con Moynihan, el 29 de octubre, Waldheim dijo que él había propuesto una solución basada en el precedente de "Irian Occidental." (En 1961 Indonesia invadió Nueva Guinea Occidental, ahora Irian Jaya Occidental, antes de que esa colonia holandesa pudiera alcanzar la independencia. El territorio fue colocado brevemente bajo administración de la ONU en 1962, y pasó a Indonesia en 1963. Un controvertido referéndum de autodeterminación formalizó la soberanía de Indonesia en 1969.)

Marruecos abandonaría la marcha si España accedía a retirarse a principios de 1976, y después una administración provisional de la ONU organizaría un referéndum. Waldheim admitió que sería difícil encontrar "alguna fórmula para consultar a la población" que agradase a Hassan II pero, como señalaba en ese momento un informe de la CIA, "el Secretario General había pensado antes que Marruecos aceptaría su propuesta siempre que la administración fiduciaria de las Naciones Unidas fuera "manipulada" de modo que el territorio fuera entregado pronto a Rabat y Nouakchott."

En la mañana del 3 de noviembre, Ford, Scowcroft y Kissinger se reunieron en el Despacho Oval, donde, entre otras cuestiones, se discutió sobre la inminente Marcha Verde. En esta reunión, Ford ultimó las líneas generales de la política de EE.UU. respecto a la crisis que se cernía, basada en una propuesta de Kissinger:

Kissinger: ... Respecto al Sáhara español, la presión de Argelia ha hecho recular a los españoles. Argelia quiere un puerto, y allí hay ricos yacimientos de fosfatos. Los argelinos nos han amenazado con su posición sobre Oriente Medio. Ayer enviamos mensajes a los marroquíes. Creo que deberíamos librarnos de esta. Es otro problema del tipo Grecia-Turquía, en el que salimos perdiendo en cualquier caso. Podríamos decirle a Hassan que nos opondríamos totalmente a él; eso podría detenerla [la Marcha], pero nos convertiría en el chivo expiatorio. O podríamos forzar a Waldheim hacia adelante.

Presidente: Creo que la ONU debería ocuparse más de estos problemas. Carajo, no deberíamos tener que hacerlo todo y aguantar los tortazos.

Kissinger: La ONU podría hacerlo como en Irian Occidental, donde emborronaron eso de "consultar los deseos de la gente", y salir de esta.

Presidente: Utilizaremos la vía de la ONU.
A la mañana siguiente de que Ford, según parece, hubiera establecido la política de EE.UU., Kissinger presentó un escrito muy breve sobre la crisis del Sáhara a esas mismas personas:
El Sáhara es un desastre. El Ejército español se muestra reacio a aparecer como que se le expulsa de allí. Juan Carlos dijo que Marruecos podría tener el Sáhara si se desconvocara la marcha, pero no pudieron pararla.

El 5 de noviembre, víspera de la marcha, Kissinger y su equipo hablaron sobre la crisis en una reunión celebrada a primera hora de la mañana. Atherton empezó resumiendo las últimas gestiones diplomáticas y, cuando comenzaba a referirse a una propuesta española, fue cortado antes de revelar el contenido de la “sugerencia razonable". Kissinger le interrumpió para decir: "Simplemente, remítelo [el Sáhara] a la ONU con la garantía de que vuelva a Marruecos."

A continuación, el Secretario de Estado Adjunto para Asuntos Europeos, Arthur Hartman, propuso "escoltar" a algunos manifestantes a través de la frontera, sólo para que saltara Atherton y diera estas instrucciones: «Dejad que los manifestantes se adentren diez kilómetros, y dejad que un pequeño grupo vaya hasta el final [El Aaiún], y, hecho esto, dad la vuelta y regresad. Esto es lo que se ha transmitido a Hassan."

Advirtiendo que "llega el momento decisivo," Atherton prosiguió para insinuar que este arreglo pudiera no satisfacer a todos los marroquíes. "El problema de Hassan", explicó Atherton, "es que si da la impresión de ceder demasiado, tendrá problemas en su país, por supuesto."

Y entonces Kissinger le preguntó: "Pero él va a obtener el territorio, ¿no?"

A lo que Atherton respondió,
Bueno, él lo quiere garantizado al cien por cien. Creo que está consiguiendo menos que eso, pero probablemente está consiguiendo lo máximo que puede esperar por ahora, vista la posición que los españoles han adoptado. Es posible que...

Secretario Kissinger: Está obteniendo lo máximo que puede esperar...

Atherton: En forma de una promesa de que al final tendrá lo que quiere, después de pasar por el procedimiento de la ONU. No es una garantía al cien por cien. Pero no veo qué más puede esperar o que vaya a tener apoyo alguno de nadie más.

Todo estaba previsto de antemano

Después, Hartman hizo referencia a un telegrama en el que el Gobierno español era "muy explícito" sobre "lo que haría para influir en" un referéndum (es decir, a favor de Marruecos).
El hecho de que la marcha avanzara sin obstáculo alguno, y de que España jamás sacara a relucir la cuestión de la invasión militar marroquí por el noreste del territorio, apuntan a que el asunto había sido perfectamente tramado de antemano. Para Washington, sin embargo, había algunas dudas sobre si las cosas resultarían o no a favor de Hassan.

El día después de que Hassan anunciara la retirada de sus manifestantes del Sáhara Español, Kissinger, Scowcroft y Ford se reunieron en el Despacho Oval en la mañana del 10 de noviembre.
Según las notas de la reunión, Kissinger les dijo:
Hassan se ha retirado del Sáhara. Pero si no lo obtiene, está acabado. Ahora debemos trabajar para asegurar que lo consiga. Actuaremos en el seno de la ONU [para] asegurar un sufragio favorable.

Las notas de esa reunión no registran ninguna respuesta de Ford o de Scowcroft. Pero teniendo en cuenta las memorias de Moynihan, sabemos lo que pasó después.

En una reunión similar celebrada el día siguiente, 11 de noviembre, se dijo esto:

Presidente: ¿Cómo va el Sáhara Español?

Kissinger: Se ha calmado, pero me temo que Hassan pueda ser derrocado si no consigue un éxito. Contamos con una votación amañada en las Naciones Unidas, pero si esto no sucede...
Por desgracia para Kissinger, la ONU fue incapaz de organizar un referéndum "amañado" durante la administración tripartita provisional, durante la cual la mitad de la población autóctona huyó hacia el desierto antes de la retirada de España en febrero de 1976. Una vez denegada la vía de las urnas, el Polisario intentaría ahora lograr la autodeterminación mediante las armas.

En 1991 la comunidad internacional volvió a prometer al Sáhara Occidental una oportunidad para la autodeterminación. Pero esta vez Hassan II trató de falsear los resultados electorales inundando las listas electorales de [colonos] no saharauis. EE.UU, en lugar de obligar al sucesor, el rey Mohamed VI, a aceptar que esta intentona había fracasado, apoyó la propuesta de James Baker de 2003, de permitir también a los colonos marroquíes participar en la votación.

Sin embargo, poco proclive a confiar incluso en sus propios súbditos, Marruecos rechazó esta propuesta. Denegado una vez más su derecho a existir, el Sáhara Occidental ocupado registró las mayores manifestaciones hasta ahora conocidas a favor de la independencia, seguidas de una violenta represión. Los recientes informes del secretario general [de la ONU] dan cuenta del aumento de las violaciones del alto el fuego por ambas partes.

Un mes después de la crisis, Kissinger se reunió con el ministro de Exteriores argelino -ahora presidente- Abdelaziz Bouteflika. Le explicó a Bouteflika -a quien llamó "enfant terrible"- la paradoja de la política exterior de EE.UU. "Impedir la Marcha Verde", le explicó Kissinger, "hubiera significado perjudicar nuestras relaciones con Marruecos; un embargo de hecho."

Bouteflika replicó: "Usted podría haberlo hecho. Usted pudo suspender la ayuda económica y la ayuda militar."

Y Kissinger le contestó:" Pero eso hubiera significado arruinar nuestras relaciones con Marruecos por completo”.

Bouteflika persistió, e insistió en que el Gobierno de EE.UU. había favorecido a una de las partes.

"No creo que hayamos favorecido a una parte", dijo Kissinger. "Hemos tratado de mantenernos al margen del conflicto." Pero añadió, "Para alinearnos con [su] posición, hubiéramos tenido que cambiar completamente de punto de vista."

En 1976 el reputado especialista en derecho internacional, Thomas Franck, calificó correctamente la política de EE.UU. durante la crisis como "un acto de conveniencia política basado en las alianzas políticas Este/Oeste". Lo mismo podría decirse de la política “neutral” de EE.UU. respecto al conflicto del Sáhara Occidental en la actualidad, así como también de otros conflictos que implican la negación de la autodeterminación nacional.

La única diferencia entre 1975 y 2005 reside en el contexto de justificación geopolítica: hemos pasado de la guerra fría a la guerra contra el terrorismo, en la que se pretende que creamos que nuestra proclamada neutralidad es un lujo que todavía no nos podemos permitir. Pero la persistencia del conflicto del Sáhara Occidental demuestra las deficiencias de la política estadounidense de “neutralidad” en el Sáhara. Durante los últimos 30 años, Washington ha tenido tiempo más que suficiente para darse cuenta de esto.

** Jacob Mundy es co-auteur, con Stephen Zunes, de "Western Sahara: War, Nationalism and Conflict Irresolution" (Syracuse University Press, Spring 2010).

* Texto traducido por Luis Portillo del artículo original en inglés "How the US and Morocco seized the Spanish Sahara", publicado en la edición anglófona de Le Monde diplomatique en enero de 2006. Se puede consultar la versión original en o suscribirse a Le Monde diplomatique (en versión impresa o en versión Internet).

Fuente:Inglés:mondediplomatique/Francés:arso.org/Español: Ña República.Es/Codainep Informativo Historial Opinión

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sábado, 21 de noviembre de 2009

A VEINTE AÑOS DE LA CAIDA DEL MURO.. LA DECADENCIA DE EUROPA

Por: JEAN-MARIE COLOMBANI

Angela Merkel se ha convertido esta semana en el primer canciller alemán en tomar la palabra ante el Congreso estadounidense. Para ella, que se educó en la difunta Alemania del Este y gobierna la primera potencia de Europa, era una forma inesperada y solemne de celebrar el vigésimo aniversario de la caída del muro de Berlín. Es posible datar en 1989 el desplazamiento del centro de gravedad del planeta hacia Asia Nuestro mundo cambió en 1989. La brecha que se abrió aquel día en el muro marcó el principio del fin del comunismo en Europa, el del imperio soviético y el de la división del planeta entre el Este y el Oeste.

1989 señala pues el final de la guerra fría y, con ésta, la clausura de un siglo XX particularmente trágico. No es extraño que esta fecha sea especialmente celebrada en Alemania. Como señalaba recientemente Jacques Attali en el sitio slate.fr: "1989 fue una victoria para una Alemania hasta entonces marcada por dos derrotas: las sufridas tras cada una de las dos guerras mundiales". Fue sobre todo una nueva forma de revolución, el modelo de lo que tenderá a desarrollarse después, a saber, las revoluciones de terciopelo, no violentas, antítesis exactas del modelo francés de revolución, el de 1789, marcado por el terror.

Fue el levantamiento en masa de los alemanes del Este lo que permitió que la democracia se extendiese como nunca. Pero, para nosotros, celebrar estos 20 años es también una ocasión para reflexionar sobre el futuro de Europa. Si nos situamos en las condiciones de 1989, año también de la matanza de Tiananmen, nos damos cuenta de hasta qué punto la situación era incierta.

De hecho, los dirigentes de entonces dudaron. No los estadounidenses, conducidos por George Bush padre, a los que Merkel rendía homenaje recientemente. La canciller evocaba la deuda que la Alemania unida tiene con Washington, que tomó partido por la reunificación. No ocurrió lo mismo con los demás mandatarios del mundo occidental. La que más enérgicamente se opuso fue Margaret Thatcher.

De hecho, por aquellos días, la premier británica consultó con el entonces presidente francés, Valéry Giscard d'Estaing, para echar pestes de François Mitterrand, sospechoso, en su opinión, de debilidad ante Alemania. El mismo Mitterrand cometió algunos errores, especialmente una visita al Berlín Este, o incluso unas conversaciones tardías con Gorbachov en las que parecía dudar de la actitud de Kohl, que, apoyado por Washington, se había lanzado hacia la reunificación a marchas forzadas.

Después, Mitterrand rectificó y, aprovechando la especial relación que mantenía con Helmut Kohl, llegó con él a un acuerdo histórico que sigue siendo uno de los pilares de la UE: Mitterrand concedió su apoyo a la unidad alemana a cambio de la promesa, por parte de Kohl, de un compromiso germano para con Europa.

Sería este acuerdo el que más tarde daría origen al euro, que, a través del abandono del deutsche mark, significaría ni más ni menos que el amarre de la Alemania unificada en la UE.

Por su parte, los estadounidenses hicieron lo mismo al obtener la garantía de que la nueva Alemania seguiría siendo miembro de la OTAN

. Veinte años más tarde, vivimos del resultado de aquellos acontecimientos.

La unión existe en Europa. 1989 permitió su ampliación y la reintegración de los países del antiguo bloque del Este a la familia europea. Y el euro demuestra cada día su fuerza.

Pero 1989 introdujo también dos cambios importantes.

-- Por una parte, Europa dejó de ser Europa Occidental.

--Por otra, dejó de ser el centro de gravedad de un enfrentamiento geoestratégico mundial.

Europa ya no es Europa Occidental: es o, más bien, tiene vocación de llegar a ser, una entidad en sí misma. Ya es la primera potencia económica mundial. Pero es como si no fuera consciente de ello: sigue siendo una enana política. Y lo que es más, presa de los miserables cálculos nacionalistas de algunos, como acabamos de ver con ocasión de los vaticinios del presidente checo, Václav Klaus.

De Václav Havel, uno de los profetas de la nueva Europa, a Václav Klaus: ¡qué decadencia! Al mismo tiempo que se derrumbaba el telón de acero, otras potencias empezaban a emerger.

China fue la primera. Así, es posible datar en 1989 el desplazamiento progresivo del centro de gravedad del planeta hacia Asia. Esta constatación debería impulsar, por sí misma, a los europeos a recuperar parte del entusiasmo de 1989, ya no orientado a la liberación de los pueblos europeos, sino a la construcción de un futuro que será común o no será. .

Fuente: El País/ Bellaciao.Org/ Codaine

martes, 20 de noviembre de 2007

VALOR Y SIGNIFICADO DE LA GRAN REVOLUCION SOCIALISTA DE OCTUBRE

I.- La Revolución que tuvo lugar en Rusia el 25 de octubre de 1917, según el calendario juliano (7 de noviembre en el gregoriano), se distingue de otras revoluciones por su carácter de revolución augural y universal. En efecto, aunque hoy esa gran conmoción histórica sufre una suerte de paréntesis en el país en el que tuvo lugar, otros países y en otras latitudes, continúan el transito del capitalismo al socialismo, inaugurado en Octubre de 1917. Fue el acontecimiento político más importante del Siglo XX; el primer estallido victorioso de la Revolución Socialista Mundial y la primera experiencia que tuvo la capacidad de demostrar a la humanidad que surgía un sistema social superior, el socialismo, que vencía al capitalismo. Así lo anunciaron los documentos y las obras fundamentales que pronosticaron la inevitabilidad de este nuevo giro que daría la historia. Fue la revolución que venía precedida de un diagnóstico científico de la necesidad histórica del cambio, al haber hecho la disección de la estructura de la sociedad capitalista, de sus contradicciones y al descubrir el imperativo histórico de su superación. Los creadores de la concepción que guiaba esa Revolución lo dijeron en el “Manifiesto Comunista”, redactado por Marx y Engels, para el primer instrumento orgánico que forjaba el proletariado: la Internacional. Correspondió al Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (POSDR), encabezado por Lenin, el mérito de haber determinado el momento en que en su país estaban dadas las condiciones objetivas y subjetivas para el triunfo de la Revolución

.II.- La historia ha fijado que fue una revolución que transitó por un camino plagado de dificultades, de grandes dolores y sacrificios humanos, tanto de las masas populares que la hacían vencedora, como de quienes eran despojados del poder y las riquezas que habían acumulado a costa de la explotación de los primeros. La rudeza con la que transcurrieron los primeros tiempos de la Revolución de Octubre, no es el resultado de los deseos del proletariado ni los campesinos ni de sus conductores políticos. Es el resultado penoso de una regularidad hasta el momento inevitable: la violencia social, en este caso, como “partera de la historia”. Empero hay que remarcar que la violencia, sobre todo la cruenta, se debe a que los desplazados, los usufructuarios de siempre recurren a la fuerza para defender sus privilegios y bienes.Recuérdese que la Rusia revolucionaria emergía - de la I Guerra Mundial - hambrienta y con su aparato productivo destruido. Inmediatamente surge la guerra civil que sigue desangrando al inmenso país y se completa con la intervención de 16 Estados que buscan “ahogar al niño en la cuna”. Fue obvio que, en semejante contexto, la confrontación entre lo nuevo que nacía y lo viejo que se negaba morir fue inmisericorde. Al fin, la Revolución Socialista triunfó sobre sus múltiples enemigos.

III.- De parte de los revolucionarios se necesitó una voluntad de hierro y, simultáneamente, una gran flexibilidad táctica para resolver los problemas que heredaban de la vieja sociedad, así como para encarar las nuevas tareas. Las dos primeras medidas del nuevo poder fueron el decreto de la paz y la liquidación del latifundio. Surgieron nuevas relaciones de producción en la que unos hombres no explotaban a otros y se asentaban en un nuevo sistema de propiedad; los medios de producción de la industria, sobre todo de la industria pesada y extractiva, pasaron a ser propiedad de todo el pueblo. Empero la virtual quiebra de la producción tanto industrial como agraria obligó a adoptar, transitoriamente, la nueva política económica (NEP) para restablecer y reactivar la producción, sin abandonar los objetivos de la transformación socialista. En un plazo relativamente corto se superaron viejos males como las hambrunas, el desempleo y el analfabetismo y se asistió luego a un acelerado crecimiento económico con la aplicación de los planes quinquenales. La vieja Rusia autocrática, feudal, atrasada y sin justicia social - convertida ya en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas - se transformó en una potencia no sólo económica, sino que dio ejemplo de la posibilidad de desarrollar un modelo social que hiciera de la persona humana el centro de las realizaciones. Lo que vino en llamarse “Estado de bienestar social” o “Estado protector”, en el sistema capitalista no es, sino el reflejo de lo que hizo la Unión Soviética, al cual se vieron obligadas a realizar las burguesías, sobre todo de los países europeos.

IV.- La Revolución de Octubre fue una revolución con altísima participación popular; fue obra de las masas organizadas, dirigidas por la clase obrera y su partido de vanguardia, el Partido Comunista (bolchevique, {PCb}). Éste puso en práctica la alianza natural de los obreros con los campesinos pobres o sin tierra, pero no se limitó a estos. Otros sectores sociales: el de los pobres en general; el proletariado en el sentido lato del término, trabajadores diversos que no explotan a nadie; integrantes de las capas medias y la intelectualidad y artistas revolucionarios, también hicieron su aporte para plasmar la Revolución y construir el Socialismo. Es falsa la interpretación acerca de la base social de la Revolución de Octubre. Afirman que fue una obra sectaria impuesta por un único partido, el PC (b), y en representación de una sola clase social. En realidad, la virtud de los bolcheviques fue crear no sólo un partido disciplinado y dotado de una ideología revolucionaria y científica, sino de un sistema de alianzas sociales que supo involucrar, en la nueva obra, a la mayoría aplastante del pueblo. En ese sentido, la creación partidaria al estilo leninista, sigue siendo el partido de nuevo tipo, imprescindible para llevar a buen término el proceso de construcción de la nueva sociedad. Los comunistas no excluyeron a otros partidos del proceso revolucionario. Invitaron a los eseres (socialistas) de izquierda a integrar el primer Comisariato (gabinete) del Pueblo. Individualmente se incorporaron muchos mencheviques (socialdemócratas), profesionales avanzados sin partido

.V.- Fue la primera revolución social que se asentaba en un país multinacional, pluricultural y plurilingüe y donde se profesaban diversas religiones. Esta fue una dificultad adicional para el desarrollo de la Revolución que tenía que contar con las peculiaridades, tradiciones y en algunos casos hasta con algunos pueblos que no poseían alfabeto propio. Obviamente la reacción, interna y externa, aprovechaba estas diferencias para estimular viejas animadversiones, disputas territoriales, prejuicios etnocentristas, odios religiosos, etcétera. La organización de un Estado multinacional y con un nuevo sistema político, implicó muchas dificultades, particularmente por el hecho de que diversos pueblos no tenían continuidad territorial o estaban traslapados. Sin embargo, se mantuvo la unidad del país respetando los principios esenciales del tratamiento marxista leninista de la cuestión nacional, sobre todo respetando la igualdad de derechos, la unión voluntaria y el derecho a la autodeterminación. En gran medida se plasmó el paso de un país de “cárcel de los pueblos”, en la expresión de Lenin, durante el zarismo, a una unión entre iguales. A pesar de los errores que se pudieron haber cometido en esta materia, es evidente que fue el primer intento de solución bajo un nuevo régimen social y político. Después de mucho tiempo de haber sufrido guerras, mutilaciones territoriales, saqueo de sus recursos, etcétera, las naciones y nacionalidades, más de cien, vivieron en paz y prosperaron en conjunto. En gran medida lo que pudo construir el socialismo lo ha descompuesto de la peor manera la destrucción contrarrevolucionaria de esa unidad.

VI.- Sólo la acelerada construcción del socialismo y la transformación de la URSS en una potencia industrial, hizo que pudiera transformarse en una potencia militar. La URSS tiene el indiscutible mérito de haber sido el factor político y militar principal para la derrota del fascismo en la II GM. Hoy, merced a la contrarrevolución que destruyó la URSS, se pretende desfigurar la historia e ignorar que fue el Ejército Rojo el que “destripó”, como dijera un connotado político burgués, la máquina bélica de la Alemania nazi. Como en su tiempo lo reconocieron, sin discusión, fue la URSS la que salvó a la humanidad de la esclavitud que pretendía implantar el nazismo.

VII. El PCUS criticó los errores y violaciones que se cometieron en la conducción de la sociedad y el propio Partido en la época de la dirección de Stalin. Hubo manifestaciones negativas que se que se dieron en dos planos: el culto a la personalidad y las violaciones de la legalidad socialista. El primer fenómeno ha ocasionado daños a la causa del socialismo por ser un estilo de trabajo y una conducta dirigente ajenos a la concepción marxista de masas y de dirección colectiva y porque tendió a imitarse desembocando en deformaciones que tardaron en corregirse. El segundo plano fue directamente el de las violaciones a la legalidad socialista. Sin embargo, esto no puede servir de pretexto para extender estos fenómenos negativos a toda la concepción marxista leninista ni a la obra socialista en la URSS ni en ningún otro lugar del mundo. Tampoco puede servir de pretexto para negar el papel de J. V. Stalin en la construcción del socialismo, en la derrota de la contrarrevolución y de las desviaciones del leninismo; en la victoria sobre el fascismo en la II GM. Es notorio que gran parte de la contrarrevolución, sobre todo en el período de la llamada perestroika, se basó en una cruda campaña “antiestalinista”. En fondo fue, nada menos y nada más, que el anticomunismo en su peor forma: el antisovietismo. Es importante señalar que, con el tiempo y la revisión histórica necesaria y para quienes abordan el tema con honestidad, se despeja la mentira grosera, la alteración de la verdad histórica y hasta de las cifras millonarias de gente que habría sido reprimida, eliminada o pasado por los campos de trabajo.

VIII.- A la conclusión de la II GM y por la victoria de la URSS, se dieron nuevas condiciones para la lucha de los pueblos oprimidos y dependientes y para la liberación de millones de personas de la explotación capitalista. Emergió el campo socialista, triunfó la Revolución China; otros pueblos como Vietnam y Corea, que liberaron parte de su territorio, continuaron la lucha, contando con un sólido apoyo de la URSS. Se derrumbó el sistema colonial del imperialismo y numerosos pueblos adquirieron la independencia; algunos de ellos de numerosa población, extensos en territorio y recursos naturales y que adquirirían en poco tiempo gran peso político internacional.Más adelante se produjo el triunfo de la Revolución Cubana que significó un nuevo impulso a la lucha de los pueblos, esta vez en el Continente Americano. Cuba continúa la construcción del socialismo y es, sobre todo para América Latina y el Caribe, una victoriosa experiencia a pesar del acoso y el bloqueo imperialista y la drástica disminución de la ayuda a la caída de la URSS. Este es el mejor ejemplo de que el proceso de transición del capitalismo al socialismo continúa y es vigilante de los principios de la Revolución. Otros pueblos, como Venezuela, han empezado a seguir esa huella y ejemplo. Los comunistas bolivianos abrigamos la esperanza de que el actual proceso político de nuestro país se convierta, igualmente, en un proceso revolucionario hacia el socialismo

.IX.- La Unión Soviética no sólo demostró la posibilidad de un nuevo orden social superior al capitalismo. Había liquidado antiguas plagas como el analfabetismo; tenía una medicina universal, gratuita y avanzada; hacía décadas que no conocía la desocupación y aseguraba una vejez cada vez más digna. El desarrollo de la cultura y las artes alcanzó niveles envidiables y eran de acceso al gran público. En la recreación y sobre todo en la práctica del deporte, conquistó metas extraordinarias, sin que esa práctica se mercantilizara. Se podría mencionar otros logros más, pero queremos sobre todo subrayar el gran desarrollo de la ciencia y la técnica y los alcances espectaculares en que la URSS aparecía la potencia pionera, como lo fue por ejemplo en la conquista del cosmos. La ciencia se convirtió directamente en una fuerza productiva.

X.- Es complicado analizar las causas de la caída de la URSS. Sin duda se trata de un complejo de factores que van desde problemas generados internamente hasta la acción continua del imperialismo y sus agencias. No es tarea nuestra ni es la oportunidad para desentrañar el conjunto de las causas y las circunstancias que posibilitaron que se frustrara una Revolución como la de Octubre del 17 que fue el logro y el patrimonio más importante del proletariado mundial. Sin embargo, es innegable que la burocratización del Partido y el gobierno jugaron el papel principal. El formalismo, repetición dogmática y escolástica del marxismo, convertido en fórmulas sin vida o que poco tenían que ver con ella. El estancamiento del desarrollo de la teoría revolucionaria y la falta de la práctica de una dirección colectiva posibilitaron que, “desde arriba y desde adentro”, como ya hace tiempo lo apreció nuestro partido, actuarán los traidores y contrarrevolucionarios que paralogizaron a la clase obrera, a los trabajadores y al propio Partido, que no pudieron reaccionar debidamente.

XI.- Ha pasado, a pesar de todo, la hora de las lamentaciones. Aun con las dificultades actuales, de la intensa acción de todo el aparato ideológico y mediático del imperialismo, las masas populares se van quitando las vendas que, momentáneamente, le impidieron ver la realidad de lo que acontecía, sobre todo en lo que es el territorio de la antigua Unión Soviética. La clase obrera, los creadores reales de la riqueza social amplían sus filas. Se convierten en más y más millones que, como lo predijeron los clásicos del socialismo científico, serán los irremplazables enterradores del viejo régimen. Éste tiene una irreparable crisis que se ahonda indefectiblemente y de la cual no podrá salir, sino hundirse más, precisamente porque recurre a remedios que empeoran sus males.La intelectualidad honesta y revolucionaria que en el mundo entero crece y se desarrolla hasta en las ciudadelas del imperialismo está haciendo un aporte formidable al esclarecimiento necesario de las leyes que rigen el desarrollo social en esta época de grandes cambios y avances científicos. Sigue planteada la contradicción fundamental del capitalismo: el carácter social del trabajo y la creación de la riqueza social, en tanto que su apropiación sigue siendo privada. Sólo allí donde se soluciona esta contradicción el desarrollo social es más armónico y satisface las necesidades de persona humana.A todo eso se retornará más temprano que tarde porque el camino desbrozado por la Gran Revolución Socialista de Octubre sigue abierto para toda la humanidad.La Paz, noviembre de 2007.

Partido Comunista de Bolivia

Fuente: redglobe.org